domingo, 9 de diciembre de 2007

Misioneros Voluntarios






Las actuales condiciones de vida, especialmente de las grandes ciudades provocan que la gente pierda algunas ideas muy valiosas como el compartir con los demás, no necesariamente cosas materiales, sino el tiempo. La rutina del estudio, el trabajo, las preocupaciones, hacen que las personas se centren únicamente por sus intereses y se deje de lado a quien posiblemente requiere de un poco de atención. Los servicios de voluntariado y labor social, buscan relacionar a sus participantes, con la pobreza y las circunstancias adversas que deben afrontar las personas que viven en las áreas rurales.

Cada semestre un grupo de estudiantes voluntarios de la Universidad Católica de Quito parte hacia la población de San Miguelito ubicada en la provincia de Cotopaxi, en el cantón Sigchos, para realizar el trabajo de acción social. Hasta la población de Santo Domingo del Rayo existen caminos por los cuales pueden transitar los vehículos, por lo que posteriormente los estudiantes debieron colocarse botas de agua para iniciar una larga caminata bajo la constante lluvia hasta llegar a la población de San Miguelito, una vez en ese lugar pudieron comprobar las adversas circunstancias en que los comuneros viven, sin luz, agua potable ni alcantarillado.

Una vez instalado el grupo se inició con las actividades planificadas, entre ellas la construcción del centro de acopio para que los comuneros almacenen los frutos que recolectan, para posteriormente procesarlos y que salgan a la venta. Con el pasar de los días el tiempo faltaba, para realizar todas las actividades planteadas; un pequeño grupo de estudiantes juntó a varios niños de la comunidad para nivelar sus conocimientos en las áreas de mayor necesidad como matemáticas y lenguaje. Otro de los objetivos sobre los cuales se trabajó fue el proyecto de la caja de ahorros, para que los comuneros formen una pequeña cooperativa y a través de la autogestión se puedan realizar mejoras en la comunidad. La idea del proyecto es manejar un fondo común, el cual, cuando se encuentre lo suficientemente capitalizado pueda entregar créditos a los socios e igualmente se eleve el capital. La capacitación a los directivos de la cooperativa se realizó principalmente en el manejo del dinero, enseñándoles la forma para que las ganancias sean repartidas con equidad entre todos los socios.

Las microempresas en la actualidad son una forma de desarrollo sustentable, por lo que se consideró el establecimiento de una microempresa en la comunidad, para ello se capacitó a las mujeres en la actividad de bordado, ya que aparte de ser un elemento de decoración para prendas de vestir así como para artículos de tela, son el producto que puede ser vendido; de ese modo se puede desarrollar una fuente de ingresos extras para la comunidad.

Otra de las actividades que se realizó fue la enseñanza a los comuneros de nuevas opciones de preparación para frutas y verduras, así como la introducción de nuevos platillos para que la comunidad mantenga una adecuada variedad en la dieta, a más de la precaución que se debe mantener con cierto tipo de legumbres que requieren de un determinado tiempo de cocción para la eliminación de bacterias, evitando de ese modo que quienes ingieren los alimentos presenten algún tipo de complicación estomacal.



En este proyecto participaron un total de 25 estudiantes quienes trabajaron en varios proyectos entre ellos: la construcción del centro de acopio, el proyecto de educación a los niños a través de la escuela, la caja de ahorros, la enseñanza de bordado, y el manejo y cuidado de las verduras; todo eso con la finalidad de mejorar la calidad de vida de un pequeño sector de la provincia de Cotopaxi, que al parecer ha sido olvidado por los gobiernos, ya que únicamente los visitaron cuando estaban en campaña política: A pesar de las adversidades geográficas y climáticas, la población tiene un profundo deseo de superación y están dispuestos a trabajar en la mejor forma para salir adelante. Por otra parte los estudiantes, después de haber compartido con los habitantes de San Miguelito reconocieron la difícil situación que los comuneros a diario viven, al tiempo que valoraron todas las comodidades que en la ciudad existen, pero sobre todo tomaron conciencia de lo afortunados que son por tener un techo sobre el cual refugiarse bajo la lluvia, así como también se dieron cuenta de la capacidad de amor y entrega que tiene la gente de San Miguelito quienes valoraron las incomodidades que los estudiantes debieron enfrentar, para, por una semana conocer otra realidad, aprender a vivir de una manera diferente y compartir lo más valioso que los seres humanos poseemos, el tiempo, la alegría y el deseo de ayudar a los demás.

Fidei Donum la Encíclica de la Misión


Mons Rafael Cob, Obispo del Vicariato de Puyo; Mons Lorenzo Voltolini, Arzobispo de Portoviejo y Mons Esteban Sádaba, Obispo del Vicariato del Coca. Asistentes al Aniversario de la Carta Encíclica


Esta Carta Encíclica, escrita por el Papa Pio XII, aún en nuestros días, es un elemento de reflexión sobre las misiones, principalmente en el continente que mayores necesidades enfrenta: África.

Al publicar la Carta Encíclica, el Pontífice, realizó una reflexión particular sobre el significado de la misión:

No es ciertamente la primera vez, bien lo sabéis, que nuestros predecesores y Nos mismo os hablamos sobre este grave argumento, particularmente apropiado para fomentar el fervor apostólico de los cristianos, que se han vuelto más conscientes de los deberes que exige la fe recibida de Dios[1]. Oriéntese este fervor hacia las regiones descristianizadas de Europa y hacia las vastas regiones de América del Sur, donde sabemos que las necesidades son grandes; póngase al servicio de tantas importantes misiones de Asia y Oceanía, allí sobre todo donde el campo de lucha sea difícil; sostenga fraternalmente a los miles de cristianos, particularmente amados por nuestro corazón, que son honor a la Iglesia porque conocen la bienaventuranza evangélica de los que «sufren persecución por la justicia» (Mt 5, 10); tenga compasión de la miseria espiritual de las innumerables víctimas del ateísmo moderno, de los jóvenes, especialmente, que crecen en la ignorancia y a veces hasta en el odio de Dios. Problemas todos ellos necesarios, apremiantes, que exigen de cada cual un despertar de energía apostólica, suscitador «de inmensas falanges de apóstoles, semejantes a las que conoció la Iglesia en su alborear».

Mas, aun teniendo presentes en nuestro pensamiento y en nuestra oración estos deberes indispensables, aun recomendándolos a vuestro celo, nos ha parecido oportuno orientar hoy vuestras miradas hacia el África, en este , momento en que se abre a la vida del mundo moderno y atraviesa los años tal vez más graves de su milenario destino. (Tomado de la Carta Encíclica Fidei Donum)

En nuestro país, existen varios territorios de misión, entre ellos, los de las provincias orientales, por esta razón, al cumplirse un aniversario más de la publicación de esta Encíclica, partiparon de la reflexión, los Obispos que trbajan directamente en los territorios de misión, que compartieron algunas de las experiencia que en esos territorios se viven.

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